La apertura (II) - Partida famosa El arte combinativo: "La Siempreviva"

La apertura (II) - Partida famosa El arte combinativo: "La Siempreviva"

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Anderssen, sin lugar a duda el máximo exponente de la época romántica del ajedrez, nació en 1818 en la ciudad alemana de Breslau. Su profesión (enseñaba matemáticas en su ciudad natal) no definió en absoluto el estilo de su ajedrez. Anderssen no poseía un estilo frío y sistemático; a lo sumo puede decirse de él que la lógica estaba al servicio de la consecución de la belleza, el análisis exhaustivo y preciso de las variantes al servicio de la aventura del sacrificio. Prueba de ello son las partidas eternas que le han reservado un lugar destacado en la historia del juego-ciencia: sobre todo la “Inmortal”, jugada en 1851 contra Kiesseritzky, y la “Siempreviva” ante Dufresne.

Anderssen se dio a conocer al mundo del ajedrez como autor de una colección de 60 problemas que publicó en 1842 bajo el título de Aufgaben für Schachspieler. En 1851 logró su éxito más notable como jugador, al ganar el torneo internacional de Londres delante de Kiesseritzkv, Szen y Staunton.

En 1858 sucumbió ante Morphy en un match a 11 partidas: ocho a tres fue el resultado definitivo, pero ningún otro ajedrecista europeo quedó mejor parado ante el norteamericano. Quince años más tarde, ya en el declive de su carrera, fue superado ampliamente por Wilhelm Steinitz en un encuentro celebrado en Londres, que posteriormente ha sido considerado la primera disputa por la corona mundial.

El arte combinativo: La Siempreviva

Los campeones inorgánicos: Philidor y La Bourdonnais

En el siglo XVIII, el péndulo de la supremacía ajedrecística, que se había trasladado en la Edad Media de Oriente (India, Persia) a Occidente (España), inicia un movimiento de retorno. A finales de siglo el francés André Danican Philidor (1726-1795), músico de gran prestigio y uno de los pensadores más profundos de la historia del ajedrez, es considerado unánimemente el jugador más fuerte de su época. Sus constataciones y descubrimientos asombran por su precocidad histórica, y se le considera la auténtica columna vertebral del desarrollo de la técnica del juego.

En 1834 el irlandés Alexander McDonnell (1798-1835) había adquirido en las islas británicas fama de invencible. Otro francés, Charles Mahé de La Bourdonnais (1795-1840), cruzó el Canal y se enfrentó a su rival en seis encuentros consecutivos, con el maratoniano resultado final de 46 partidas ganadas, 26 perdidas y 13 tablas. El encuentro despertó un interés inusitado, y muchos lo consideran el primer auténtico campeonato del mundo. La victoria de La Bourdonnais adquirió en la prensa parisina, como no podía menos de ocurrir, tonos de epopeya: una de sus más brillantes partidas fue comentada en verso, en un poema que llevaba por título “La revancha de Waterloo”.

Retrato de Adolf Anderssen, el profesor de matemáticas de Breslau que llevó a su cima el ajedrez romántico. (Zardoya).