
Como la vida imita el Ajedrez
Me considero un peón. De las piezas, en apariencia, la de menor valor. De las piezas la única que tiene la posibilidad de mutar, de progresar y de cambiar y transformarse en una más valiosa, sobre el final del juego, en el momento decisivo.
El juego de Ajedrez, tiene muchas semejanzas con la vida cotidiana, si uno lo mira detenidamente. Hace un tiempo que tengo esta idea. Gary Kasparov en su libro titulado como este artículo lo demuestra de una manera mucho más clara de lo que yo puedo hacerlo aquí, pero la esencia es la misma.
Imaginemos, por un momento, como un peón de Ajedrez. Esta por iniciar la partida y nuestro color va a definir, en primera instancia la iniciativa. El Blanco mueve primero. Coincidencia con este mundo aún perverso y antipático.
El peón arranca en la segunda fila de cada bando y debe atravesar unas seis casillas para coronar o para mutar en alguna pieza mayor, pero el camino es duro y muy peligroso, puede morir en el intento, si es muy osado, o quedar trabado en algún escaque carcelero. Supongamos cada escaque como una década de nuestra vida. A los sesenta años debemos haber definido nuestro destino y vivir lo que quede de otra manera o con otros privilegios y responsabilidades.
El ajedrez a su vez tiene tres instancias principales tal como explicáramos en otros post de este blog: La apertura (la educación o la escuela en nuestra vida), el juego medio (el trabajo y desarrollo profesional) y el final (la cosecha de nuestro esfuerzo). En cada una de estas etapas, a través de cada movimiento, tomamos decisiones cruciales, decisiones que nos determinan el final, decisiones que nos van definiendo y marcando en el camino hacia el objetivo final (nuestra estrategia de vida o nuestros valores por los cuales nos movemos).
Las piezas mayores nos cuidan y enseñan a lo largo de nuestra travesía estrategias de movimientos y como el trabajo coordinado y en conjunto es mucho mejor que las habilidades individuales de cada una. Ya lo decía Tartakower: “Un peón aislado dispersa tristeza por todo el tablero”. Cada movimiento que hacemos implica una toma de decisión, por un final mayor “el bosque” aprender a ver el bosque dejando de lado el árbol, cuesta pero es lo que nos permite ir por más.
Tomar una pieza en nuestro camino o no hacerlo es crucial y depende exclusivamente de nuestra estrategia, yo no creo en el destino, creo en las decisiones intuitivas que definen nuestro rumbo, y el ajedrez me permite entrenar estas cualidades, no significa que por jugar ajedrez voy a ser mejor, pero si voy a tener más desarrolladas determinadas cualidades de análisis y eso es de lo que se trata. Prefiero entrenarlas en el tablero, con algún amigo y no en la vida poniendo en la ruleta todas las fichas a la pura suerte.
Una vez que atravesamos todo el tablero llegamos a la 8 línea. Que debemos hacer? Coronar como la pieza mayor o elegir alguna de las piezas menores (caballo, alfil o torre)? Todo va a depender de la posición enemiga. Muchas veces es preferible ser una Torre al final por sobre la reina, ya que de ser la reina podríamos ahogar el Rey adversario. En la vida sucede algo similar, debemos saber que lugar ocupar al final de nuestro camino. El lugar que más convenga, el lugar que nos permita cumplir nuestro objetivo, sea cual sea. Algunos prefieren estar descansando tranquilos, otros quieren un lugar de esparcimiento y tranquilidad y otros quieren seguir ayudando a los demás con sus aprendizajes el del consejero.
La única pieza que no podemos ser es el Rey. Por qué? A mi modo de ver el Rey representa aquellos anhelos o valores con los que nos educamos, las convicciones que perseguimos y que filosóficamente nos representan. Aquí es dónde radica me parece el tema, la filosofía de vida, con lo contradictorio que esta puede ser. El no encontrar todas las respuestas nos hace ser curiosos y es la llama que nos mantiene vivos y con el dinamismo que la vida representa.
https://ajedrezsocial.files.wordpress.com/2012/02/maninchess2.jpg 259w" style="border:0px;height:auto;float:right;margin-left:1.5em;" />El camino a la corona, cada uno de nosotros puede perseguirlo, cada uno de nosotros puede buscarlo y hasta encontrarlo, pero lo que realmente importa es el camino, el transitarlo, el disfrutarlo el vivirlo intensamente.
Jugar al ajedrez nos permite entrenar muchas cualidades tales como: la toma de decisiones, la táctica, la estrategia, la gestión de los recursos (tiempo y material), el cálculo y el pensamiento analítico, pero por sobre todas las cosas el arte del movimiento.
Gracias por seguirnos y de verdad que se disfruta mucho el compartir con uds. este lugar de amigos.