
Principiantes: Un roto para un descosido
4. Cxf7
—Es una lástima. Siempre que trato de poner algo en práctica de lo que he leído en mis libros, pasan dos cosas. Uno, una vez la teoría ha terminado, no sé que hacer. O lo segundo y más frecuente, mi oponente juega algo fuera de toda regla que me obliga a salir de lo que está en la teoría.
Mientras esas palabras cruzaban su mente, la joven veía desolada, como un caballo había atacado el punto débil del territorio de las negras y decepcionada de su oponente, abandonó la partida.
4... 1-0
Retomando uno de los puntos que mencioné en mi primera entrada, como principiante, he chocado con lo que pasa en el párrafo escrito arriba. Y lo más curioso, cuando trato de buscar información para refutar o enfrentar dichas líneas—entre comillas, no aconsejadas por los grandes maestros—, veo que dicha información, no existe, no está en un idioma en cual pueda entender o simplemente, por no ser aconsejada por los grandes maestros—valga la redundancia—, más allá de un nombre, no tiene desarrollo teórico alguno.
Momento, un principiante leyendo teorías de aperturas, ¿no era algo que no debería ocurrir? ¿Por qué? Es cierto, en estos desarrollos teóricos del juego, hay muchas cosas—sutilezas, matices, celadas, e incluso las mismas palabras y explicaciones—que el principiante, por serlo precisamente, no entiende.
Hagamos de lo que hasta el momento he escrito, una historia formal sobre la cual podamos apoyarnos y ayudarnos tanto a nosotros mismos como al personaje de la historia en sí. Para eso, a la joven descrita en el primer párrafo, demole un nombre: Emily,
Emily ha sido entusiasta a la hora de estudiar ajedrez. En otras palabras, tal vez ella aprendió unas extensas líneas sobre alguna apertura que llamó su atención y dedicó algunas horas para ello.
Tuvo la oportunidad de sentarse frente a un tablero de ajedrez y llegado el momento, su oponente—otro principiante—irrumpió en sus conocimientos y de la nada, hizo una jugada ilógica, que a pesar de ser una jugada audaz, pusó a Emily en una situación donde tomar una decisión no tenía ninguna ventaja ni le traía buenas consecuencias. Y eso se repitió una y otra vez.
El entusiasmo por probar una línea, en la cual tal vez se volvería buena, terminó desapareciendo viendo que cuanto oponente enfrentaba, hacía lo mismo. Se ha decepcionado.
Desde un simple 4. Cxf7, podemos imaginar algo vago, pero conciso. Al ser la cuarta jugada, la dama y la torre de rey de las negras han de estar en la misma posición en la que comenzaron la partida, y por ende, también el rey. Por lo tanto, no ha de ser raro imaginar alguna apertura donde el alfil defienda el caballo o incluso, un sacrificio de una pieza para forzar al oponente a perder el enroque.
¿Has visto algún gran maestro hacer algo así con frecuencia?
Apuesto que no, y si es que ha llegado a hacerlo, seguro tenía un mate como respuesta, aunque eso sí, no ha de ser un sacrificio de pieza a la cuarta jugada.
Emily se ha hartado de pensar y tomó la decisión más simple, dejar el juego. Seguramente esto habrá pensado.
—¿De qué sirve que busque en los libros algo para refutar esa jugada. Seguramente, aunque me detallen las líneas, mi oponente saldrá con otra jugada fuera de toda teoría y me volverá a ganar?
Ese es el problema. Los principiantes son como algún tipo de pesa que no permite avanzar. Y si tienes motivación, pero no algo de perseverancia y suerte—porque se quiera o no, los principiantes no juegan usando la lógica ni cálculando jugadas ni nada que se le parezca—, terminarán sin ánimos de progresar.
4. Cxf7 Rxf7!
La joven, con tristeza en sus ojos, en aquel restaurante que también es el club de ajedrez del lugar, vio a un joven entusiasta, que sin dudarlo, dejó el enroque de lado, y capturó el gratuito caballo de su oponente.
5. Ac4+ Ae6!
La partida continuó y a pesar de que ambos jugadores, al igual que Emily, sólo eran principiantes, el joven con las piezas negras terminó por simplificar cada que podía y ese caballo que se cambió por dos peones, fue una debilidad y su contraparte negra terminó por convertirse en lo que algunos llaman "Caballosaurio".
El resultado final fue evidente. 0-1.
Dentro de la mente de Emily surgió el siguiente planteamiento.
—¿Cómo un principiante le gana a otro y mejora?
Llegados a este punto, es obvio para todos. Incluso entre grandes maestros, ese algo ocurre. Los errores. Conforme dicho jugador va comprendiendo lo que se desarrolla en el tablero, va notando los errores de su oponente y trata de elaborar planes rápidos—tácticas simples, si podemos llamarlos así— y tratando de explotar esos errores.
Pero, ¿y si no hay error que aprovechar?
No porque no exista, sino porque aún no puedo verlo. Ciertamente, yo soy testigo de eso. Intentando crear una partida para una historia, cuando la hice, según yo, no tenía errores. Dejé la partida guardada y continué con la historia y así, hasta que la finalice. Una vez finalizada la historia, me puse a revisar los extras y me topé con la partida.
Había ataques dobles pasados por alto, unas cuantas piezas gratis y damas al ataque, ¡y no eran capturadas!
En conclusión, ¡la partida estaba llena de errores!
La teoría para principiantes, fuera de los rudimentos del juego, nunca ha existido a mi parecer. ¿Podría crearse alguna? Tal vez, pero requiere de algo más que solo poner frases sin sentido a lo largo de un texto como este.
—¡Un tablero por favor!
—Adelante, aquí tengo uno vacío,
Emily, sentándose del lado de las negras, nuevamente espero ansiosa un oponente. Dicho oponente—principiante—, se sentía todopoderoso ante ella.
2. Dh5
Esta vez, dicho oponente, a pesar de ser principiante, no era un fácil rival. Quizás, al igual que Emily, estudió vagamente algo sobre la apertura. ¿Quien sabe? Al fin y al cabo, hay teoría sobre "El ataque de la Dama malvada".
0-1.
En la próxima entrada, me pondré un poco más serio y analizaré alguna de mis partidas, para darle un verdadero toque ajedrecístico a tanto texto xD