Vera Menchik: La Beth Harmon de la vida real
Dos Campeones Mundiales (Vera Menchik y Alexander Alekhine) hablando con sus oponentes en el torneo de Londres 1932.

Vera Menchik: La Beth Harmon de la vida real

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Por: FM Andrey Terekhov (ddtru)

Traducción al español de Mauricio Alejandro Moreno (MoreMao)

*Enlace al artículo original: Vera Menchik: The Real-life Beth Harmon‎

Durante las últimas semanas "El Gambito de Dama" ha tenido un gran éxito. La historia de una joven, Beth Harmon, quien escapa de una  infancia difícil gracias a su inmenso talento ajedrecístico y quien vence a los mejores hombres en su juego, captó la atención de todo el mundo. Gracias a esta miniserie de Netflix, muchas personas que no conocían la diferencia entre una torre y un caballo han descubierto el interés por el ajedrez.

Pero, ¿qué tal si les digo que muchos años antes de los tiempos descritos en el "Gambito de Dama", mucho antes de la Segunda Guerra Mundial, una historia similar ya se había desarrollado en la vida real?

El nombre de la primera mujer que desafió a los hombres en el ajedrez fue Vera Menchik, y su ascenso a la fama en los años 1920-1930 -en demasía patriarcales- fue en muchos sentidos aún más sorprendente que el de la ficticia Beth Harmon en los años 1950-1960.



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Vera Menchik fue la primera Campeona Mundial de Ajedrez Femenino, y mantuvo este título desde 1927 hasta su trágica muerte durante la guerra en 1944. Dominó completamente el ajedrez femenino, como ninguno de los campeones masculinos lo hizo nunca. Las comparaciones más cercanas con los campeones masculinos son probablemente Emanuel Lasker, quien mantuvo el campeonato mundial aún más tiempo, o Alexander Alekhine, el único campeón mundial aparte de Menchik que murió en el trono.

Menchik también es famosa por ser la primera mujer en jugar en los torneos masculinos de alto nivel. Ella allanó el camino para que otras mujeres, como Nona Gaprindashvili, Maya Chiburdanidze y más tarde Judit Polgar (quien entró al Top-10 y jugó en el torneo del Campeonato Mundial de la FIDE) pudieran competir con los grandes maestros masculinos.

Al igual que el héroe de ficción del "Gambito de Dama", Vera Menchik tuvo una infancia difícil, la cual coincidió con la revolución de 1917 en Rusia. Unos años después, sus padres se separaron. A lo largo de su vida, Vera Menchik tuvo dificultades para encajar y siempre fue percibida como una intrusa.

Y sin embargo, gracias a su inmenso talento en el ajedrez, Vera Menchik logró algo impensable para su tiempo: desafiar a los mejores jugadores ajedrez de la época

Lamentablemente Vera Menchik permanece casi en olvido al día de hoy. Dado el renovado interés en el ajedrez femenino que "El Gambito de Dama" ha generado, es hora de revisar la contribución histórica de Vera Menchik al ajedrez.

Turbulentos años de adolescencia

La historia de Vera Menchik fue desde el principio lejos de ser ordinaria. Nació el 16 de febrero de 1906 en Moscú. Su padre era checo y su madre inglesa, aunque sólo parcialmente, como los periódicos británicos señalaron. Sus padres trabajaban en Rusia: su padre como administrador de propiedades para familias adineradas y su madre como institutriz. Vera creció hablando sólo en ruso. A sus padres les iba bastante bien, ya que tenían una casa en Moscú y un molino. Vera fue a una escuela privada para niñas. En 1913 viajó a Inglaterra quizás para visitar a sus abuelos y allí pasó un mes.

Todo cambió con la revolución rusa de 1917. Los Menchik se encontraron en medio de una guerra civil y bajo un régimen que trataba la riqueza, incluso moderada, con sospecha. El molino fue confiscado. La familia tuvo que compartir su casa con otras personas y finalmente la perdió por completo. Las escuelas privadas ya no existían, así que Vera tuvo que cambiar a una escuela pública. Ella describió las condiciones desafiantes de esos años en una carta a CHESS (mayo de 1943):



“Durante el invierno de 1919-1920, la escuela a la cual asistía estuvo durante algún tiempo sin agua, sin calefacción y sin luz eléctrica. Sin embargo las clases continuaban, y los estudiantes, vestidos con sus abrigos y sombreros forrados en piel, leían a la luz de unas pocas velas parpadeantes o una lámpara de aceite, y luego quizás tenían una hora de caminata a casa a través de la nieve, ya que todo el tráfico se detenía después de las horas de trabajo.”



Fue en estos años difíciles que Menchik comenzó a jugar al ajedrez. Su padre le enseñó las reglas cuando tenía nueve años, y más tarde jugó un torneo escolar.

En el otoño de 1921, los Menchik finalmente partieron de Rusia. Sus padres se separaron en este punto: el padre de Vera regresó a Checoslovaquia, y la madre ingresó a Inglaterra con sus dos hijas, Vera y Olga. Ellas se establecieron en St. Leonards-on-Sea, un pequeño pueblo de Hastings, donde vivieron en la casa de la abuela de Vera.

Para estas niñas que crecieron con las privaciones de la Rusia post-revolucionaria, Inglaterra debió sentirse como un planeta diferente.

Vera recordó más tarde su mayor impacto cuando por primera vez vino a Inglaterra:

“La forma en que las botellas de leche pueden dejarse fuera de las casas; eso sería imposible en Rusia - serían robadas.”



Es la hora del ajedrez!

Fue en Inglaterra donde Menchik se dedicó en serio al ajedrez. Como ella explicó, en parte tuvo que ver con su escaso dominio del idioma:

“A menudo me han preguntado, ¿qué me hizo pensar seriamente en el ajedrez? Parecería que la atmósfera de silencio y humo pesado no es apropiada para una joven. ¡Eso es cierto! En otras circunstancias de la vida, no se me ocurriría pasar el tiempo de esa manera, pero el ajedrez es un juego tranquilo y por lo tanto el mejor pasatiempo para una persona que no puede hablar el idioma correctamente.”

En 1924, Vera se unió al Club de Ajedrez Hastings y se dedicó a estudiar ajedrez. También comenzó a tomar clases particulares. Su primer entrenador de ajedrez fue un jugador local, John A.J. Drewitt, quien le enseñó las aperturas cerradas.

Más tarde estudió con el ilustre Géza Maróczy, en ese momento un residente local y miembro del Club de Ajedrez Hastings. El Hastings and St. Leonards Observer (25 de abril de 1925) menciona que Menchik jugó unas 20 partidas contra el gran maestro. Maróczy era un gran jugador posicional y tuvo un tremendo impacto en el estilo de juego de Menchik.



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Apenas dos años después de unirse al Club de Ajedrez Hastings, el rápido ascenso de Vera Menchik empezó: aquí se la muestra dando un simulacro en el Club Imperial de Ajedrez de Londres en enero de 1926 / Foto: Archivos Gallica.

Al principio, Menchik jugaba sobre todo en las competiciones de clubes y en partidas por equipos, haciendo progresos constantes desde los tableros inferiores a los superiores. Tuvo la suerte de vivir en una ciudad que era famosa por sus torneos de ajedrez.  En 1923-1924, Menchik hizo su primera aparición en uno de los grupos inferiores del Congreso Navideño de Hastings, y rápidamente subió de rango. Para 1926-1927 Menchik había empatado con Philip Stuart Milner-Barry por el primer lugar en la sección de la Reserva Mayor, su primera victoria en un torneo masculino. Luego, en 1929-1930 debutó en el torneo de la Premier, que fue la primera de sus seis apariciones en la sección superior en Hastings.



Campeona Mundial Femenina

A esta altura, Menchik ya se había consolidado como la jugadora más fuerte del mundo. Ganó el primer Campeonato Mundial Femenino de Ajedrez en julio de 1927 en Londres, al margen de la primera Olimpiada de Ajedrez, con la impresionante puntuación de +10=1. El Campeonato Femenino tuvo bajo perfil, y sólo en noviembre de 1929 Menchik recibió una medalla de oro y una copa por esta victoria. La copa, presentada por Lady Margaret Hamilton Russell, estaba destinada a la actual Campeona Mundial Femenina. Era la segunda de las famosas copas Hamilton Russell; la primera de ellas todavía sirve como premio principal en cada Olimpiada.

El prestigio de los Campeonatos Mundiales Femeninos y el nivel de juego aumentaron gradualmente en los años siguientes, pero Menchik siempre se mantuvo a la cabeza de la competencia. Ella defendió con éxito su título en seis torneos de campeonato más y en un match, ganando la mayoría de partidas con un amplio margen. Tres veces -en Folkestone 1933, Varsovia 1935 y Estocolmo 1937- arrasó en los campeonatos, dos veces con una puntuación de 14/14 y una vez con 9/9. En total, Menchik anotó 91½ puntos de las 99 partidas que disputó en los Campeonatos Mundiales Femeninos, perdiendo sólo tres partidas en 12 años.

El único desafío serio a la supremacía de Menchik en el ajedrez femenino fue establecido por la talentosa jugadora alemana Sonja Graf. Jugaron un breve match amistoso en 1934 y otro por el título del Campeonato Mundial en 1937 (Menchik ganó ambos). Lo más cerca que estuvo Graf del título fue en el torneo del Campeonato Mundial de 1939, donde terminó dos puntos por detrás de Menchik, pero sólo después de perder una posición ganadora en su encuentro cara a cara.

Aquí tenemos un pasaje de su match en el Campeonato Mundial Femenino de 1937:



Menchik siguió jugando los Campeonatos Mundiales Femeninos hasta el fin de su vida, pero a partir de finales de los años 20, su enfoque principal fue en las competiciones masculinas. En 1928, jugó con éxito en algunos torneos en Inglaterra y obtuvo sus primeras victorias sobre reconocidos maestros. A finales de ese año, fue capaz de mantenerse firme frente a los hombres ingleses: anotó un 50% en Scarborough y "+1" en el Abierto de la BCF en Tenby.

Su gran acontecimiento tuvo lugar en 1929, cuando empató con Akiba Rubinstein por el segundo lugar en un torneo en Ramsgate, terminando sólo medio punto detrás de Capablanca y por delante de su ex entrenador Maróczy y varios otros maestros. Fue una competición en sistema Scheveningen, en la que un equipo británico se enfrentó a los visitantes extranjeros. Vera Menchik jugó en el equipo internacional y se enfrentó a los jugadores británicos, liderados por Sir George Thomas y Frederick Yates.

La clasificación final en Ramsgate no deja lugar a dudas sobre cómo se clasificaron los equipos entre sí: el británico con mayor puntuación, Sir George Thomas, anotó sólo 3½ /7, y terminó en séptimo lugar en la general. Por supuesto, Menchik la habría tenido mucho más difícil si hubiera tenido que enfrentar a Capablanca, Rubinstein y Maróczy en lugar de los maestros ingleses. No obstante, su resultado fue una sensación y, en la onda de su éxito, fue invitada a dos grandes torneos internacionales, un pequeño round-robin en París y luego al Carlsbad de 1929, posiblemente el torneo de ajedrez más fuerte desde el fin de la Primera Guerra Mundial.






Un primer súper torneo





Carlsbad 1929 presentó una alineación increíblemente fuerte: Capablanca, Rubinstein, Euwe, Nimzowitsch, Bogoljubov, Tartakower, Marshall, etc. De los jugadores más fuertes del mundo, sólo Alekhine y Lasker estaban ausentes. El torneo resultó ser el punto culminante de la carrera de Aron Nimzovich, que terminó primero con un impresionante 15/21.

Fue un primer súper torneo para Menchik, y todos esperaban que terminara en último lugar. La única pregunta era cuántos puntos, si es que había alguno, sería capaz de anotar. Salo Flohr recordó la atmósfera de Carlsbad 1929 en un artículo que fue publicado en la revista soviética 64 varias décadas después (No. 4/1983):

“Siempre hay muchos bocones entre los jugadores de ajedrez. También había muchos de ellos en Carlsbad. A los austriacos les gustan los chistes y el humor. Así, el ingenioso Hans Kmoch declaró imprudentemente antes de que el torneo comenzara: "Si Menchik anota más de tres puntos, ¡entraré en el ballet de mujeres!"

Menchik debe haber sentido pena por Kmoch: ella anotó exactamente tres puntos. Sin embargo, no perdonó a otro vienés, Albert Becker, que ahora tiene 86 años y vive en Buenos Aires. Asistí al torneo como periodista. El ambiente era amistoso. Muchos de los participantes se reunieron después de los juegos en el café Schützenhaus. Fue allí, después de la primera ronda, donde el sonriente profesor Becker hizo la siguiente propuesta: "Caballeros, tengo una gran idea. Sugiero formar un club con el nombre de Vera Menchik. Aquellos que logren perder un partido con ella se convertirán en miembros de pleno derecho del club. Aquellos que empaten sólo serán considerados como candidatos a la membresía.”

¿Adivina qué? En la tercera ronda, Becker perdió contra la Campeona Mundial Femenina. ¡Pueden imaginar las risas de la noche! Alguien dijo: "¡Felicidades, Profesor Becker! Usted ha sido elegido como Presidente del Club Vera Menchik!".

Vera Menchik no sólo ganó ese juego, sino que produjo una obra maestra de juego posicional!

Elogio de Alekhine



Al final, Menchik sólo anotó tres puntos de 21 partidas en Carlsbad, pero su actuación fue considerada un éxito. Alexander Alekhine, que publicó una serie de artículos sobre el torneo en The New York Times, escribió lo siguiente al final de la ronda 15:

“He prorrogado hasta ahora el pronunciamiento final sobre la Srta. Vera Menchik de Rusia porque la mayor precaución y objetividad en la crítica son necesarias con respecto a alguien tan extraordinario. Sin embargo, después de quince partidas, no cabe duda de  que ella es una excepción absoluta en su sexo. Tiene tanto talento para el ajedrez que con más trabajo y experiencia en torneos, seguramente logrará pasar de su actual nivel de jugadora promedio al de una campeona internacional de alto nivel.

Ella indiscutiblemente ha logrado sus tres puntos contra los fuertes maestros, pero es poco conocido por el público que también logró posiciones superiores contra Euwe, Treybal, Colle y el Dr. Vidmar. Fue derrotada por el Dr. Vidmar sólo después de una partida de nueve horas. El mundo del ajedrez debe garantizarle todas las posibilidades de desarrollo.”



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Los participantes del torneo de Carlsbad de 1929. Noten la separación entre Vera Menchik y el resto de los jugadores.

La exhortación del campeón mundial fue escuchada, y Menchik continuó recibiendo invitaciones para las competiciones masculinas. En su siguiente torneo, Barcelona 1929, obtuvo siete puntos en 14 partidas, asegurándose el último de los ocho premios. Fue aclamado como la primera vez que una mujer ganaba un premio en un torneo de nivel maestro.

Durante los siguientes 15 años, Menchik jugó en unas pocas docenas de torneos con los hombres. Típicamente, ella terminaba en la mitad inferior de la tabla en los torneos más fuertes, como Hastings o Margate, pero por lo general con unas pocas victorias sobre los maestros y a veces un cuero cabelludo de gran maestro o dos a su nombre: por ejemplo, ella derrotó tanto a Max Euwe y Mir Sultán Khan en Hastings 1931/32.

Sin embargo, en los torneos de segundo nivel, Menchik a menudo terminaba en la cima. En 1931 obtuvo el primer puesto en el Gran Abierto de la Federación Británica de Ajedrez, con un 9/11 invicto, terminando por delante de varios maestros, como Broadbent, Znosko-Borovsky y Golombek. Al año siguiente volvió a anotar el 9/11 en el Major Open, pero esta vez terminó en segundo lugar porque George Koltanowski la superó con 9½ puntos.

A diferencia de la heroína de ficción del "Gambito de Dama", Menchik nunca llegó al nivel de los grandes maestros de la época. Ella rutinariamente perdía contra los jugadores más fuertes, aunque sólo eso le reportaba victorias o empates ocasionales de gran peso. Por ejemplo, Menchik sólo anotó tres empates en Moscú 1935, perdiendo los otros 16 juegos. Sin embargo, su empate con Salo Flohr jugó un papel importante en la mesa final, ya que Flohr no consiguió el primer premio, y lo compartió con Mikhail Botvinnik.

Los resultados de Menchik pudieron ser mejores, pero tenía una debilidad crónica en la táctica. Podía cometer un error grave con cualquiera, pero ella no era la única. De hecho, esa era la principal diferencia entre los grandes maestros y los maestros en los años de preguerra: los grandes maestros eran más consistentes, mientras que los maestros regulares eran propensos a sufrir arrebatos de ceguera táctica.

Cometer errores fue una de las causas de la horrible puntuación de Menchik contra los grandes maestros (0/9 contra Capablanca, 0/8 contra Alekhine y 1½/10 con Flohr). Sin embargo, lo hizo mucho mejor contra los principales maestros británicos y a menudo terminó por encima de ellos en los torneos (+2=4 contra C.H.O'D. Alexander, +1-4=4 vs H. Golombek, +4-1=4 vs R.P. Michell, +5-3=8 vs P.S. Milner-Barry, +3-4=4 vs E.G. Sergeant, +10-6=13 vs Sir G.A. Thomas, +5-7=4 vs W. Winter, +2-3=5 vs F.D. Yates). Estos resultados probablemente habrían calificado a Menchik para el título de Maestro Internacional de Hombres, si hubiera vivido hasta 1950 cuando los títulos de Maestro Internacional fueron otorgados por primera vez por la FIDE.




Una extranjera en Gran Bretaña



A pesar de haber vivido en Inglaterra durante muchos años, Menchik fue considerada extranjera hasta finales del decenio de 1930 y, por lo tanto, no pudo participar en los torneos nacionales. De hecho, la ciudadanía de Menchik le trajo complicaciones durante la mayor parte de su vida.  Cuando ganó su primer título de Campeonato Mundial, los periódicos británicos se refirieron a ella como una "refugiada rusa". En la cita mencionada de 1929, Alekhine se refirió a Menchik como rusa, aunque en la mayoría de los torneos ya figuraba como checoslovaca, el país de su padre. Menchik incluso jugó en dos campeonatos masculinos checoslovacos, en 1933 y 1936.

Vera Menchik finalmente se convirtió en ciudadana británica después de casarse con Rufus H.S. Stevenson en 1937. Su marido era 28 años mayor que ella y estaba profundamente involucrado en el ajedrez como jugador y organizador de torneos. Fue el segundo matrimonio del Sr. Stevenson. Por cierto, su primera esposa, Agnes Stevenson, también era ajedrecista y participó en tres campeonatos femeninos. Murió en un macabro incidente camino de su cuarto Campeonato del Mundo: se estrelló contra la hélice de un avión en el aeropuerto de Poznan.

El matrimonio de Vera Menchik duró apenas unos pocos años, ya que el Sr. Stevenson sufría de mala salud y murió en 1943. Fue un matrimonio feliz y Vera Menchik estuvo profundamente afligida por la muerte de su esposo. Lamentablemente, sobrevivió a su marido por menos de un año. El 26 de junio de 1944 una bomba voladora alemana V-1 impactó en la casa de Londres donde Vera vivía con su hermana y la madre, matando instantáneamente a las tres.

Tras su muerte, las revistas de ajedrez de Gran Bretaña y de todo el mundo publicaron obituarios y artículos sobre Vera Menchik. Sin embargo, no fue ni la primera ni la última campeona del mundo en morir durante o inmediatamente después de la guerra -Lasker, Capablanca y Alekhine fallecieron en los años cuarenta- y el nombre de Menchik se desvaneció rápidamente de la memoria pública.

Uno podría esperar que se hubieran publicado un gran número de artículos y libros sobre ella, pero desafortunadamente no fue así. La primera biografía importante de Vera Menchik fue publicada en 1957 por otra campeona mundial femenina, Elisaveta Bykova (en ruso). Durante casi 60 años fue el único libro sobre Vera Menchik, pero luego en 2016 aparecieron dos biografías diferentes de Vera Menchik - una de Robert B. Tanner, publicada por McFarland (en inglés), y la otra por Jan Kalendovský (en checo).

Este es un gran paso adelante, pero aún así es seguro asumir que pocas personas tienen acceso a estos libros o han visto algún juego de Vera Menchik. Uno no puede dejar de preguntarse por qué se ha escrito tan poco sobre la mejor jugadora de la primera mitad del siglo XX.

Creo que Menchik todavía sufre de una percepción sesgada que se remonta a la década de 1930 y a la reacción inicial a sus actuaciones en los torneos masculinos. En una época en que las mujeres todavía eran muy menospreciadas y ni siquiera tenían derecho a votar en muchos países, la aparición de una fuerte jugadora de ajedrez desafió el statu quo. No es de extrañar que la prensa tratara la participación de Menchik en los torneos masculinos como una sensación - fue casi escandaloso.

En la década de 1930, la mayoría de los hombres se contentaban sobremanera restándole importancia a los éxitos de Menchik y burlándose de sus fracasos. El estilo de Menchik era normalmente tildado de "torpe" o de "aburrido". Sus victorias sobre los grandes maestros siempre aparecían en los diarios de ajedrez, pero pocas de sus partidas contra los mortales menores lo hacían. Y por supuesto, toda la idea del "Club Menchik" es inherentemente sexista y humillante. A nadie se le ocurrió sugerir, digamos, formar un "Club Sir George Thomas", a pesar de que Vera Menchik tenía una gran ventaja contra este maestro británico.

Extrañamente, incluso las mujeres a veces se unieron a la ridiculización de Menchik, tal vez sin darse cuenta. Hay una historia que se cuenta a menudo: que después de la segunda derrota de Max Euwe contra Menchik, su esposa vino a la sala de torneos para comprobar que las pérdidas de Euwe no tuvieran una motivación romántica. Si esta historia fue cierta o no, ciertamente tuvo éxito en golpear tanto la mente como la apariencia de la Campeona Mundial Femenina.

Por último, no ayudó que Menchik fuera considerada una extranjera en todos los países con los que tenía una conexión. Gran Bretaña nunca la aceptó completamente porque no nació allí, no podía hablar checo a pesar de representar a ese país en los torneos, y no era rusa, a pesar de hablar el idioma desde su nacimiento. Menchik no pertenecía a ningún lugar al que fuera. Ella fue la forastera suprema y es en gran parte por eso que no fue campeona de ningún país, incluso póstumamente.

Todas estas circunstancias conspiraron para hacer de Menchik un blanco de constante desprecio y ridículo, que ella resistió estoicamente, gracias a su temperamento naturalmente tranquilo y reservado. Sin embargo, deben haber pasado factura. Nunca sabremos cuántos puntos le costó todo esto y lo que podría haber logrado si no hubiera tenido que soportar tales afrentas. Las desventajas adicionales que Menchik tuvo que superar rara vez se mencionan, pero hacen que sus logros sean aún más impresionantes.

Vera Menchik allanó el camino para las mujeres en el ajedrez, y lo hizo en un momento en que era casi imposible. Desafortunadamente, su anhelo de mujeres y hombres jugando ajedrez a la par todavía no se hace realidad, y es por esto que las lecciones de la vida y los juegos de Vera Menchik siguen siendo tan pertinentes hoy como hace más de siete décadas.

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Una versión anterior de este artículo ha aparecido en la edición de agosto de 2019 de la revista británica "CHESS". Me gustaría agradecer al editor de "CHESS", el MI Richard Palliser, por el amable permiso para reimprimir el texto. También agradezco a los historiadores de ajedrez Jan Kalendovský y Olimpiu Urcan por compartir fotografías de Vera Menchik. 

También publiqué una serie de entradas de blog en Chess.com con el análisis del estilo de juego de Vera Menchik y algunas de sus mejores partidas: