
Krámnik contra el Ajedrez
Nos encantan las historias de ajedrecistas que se volvieron locos. Murphy y sus delirios sobre castillos antes de su muerte, la paranoia de Fischer y su percepción alterada de la realidad. Steinitz juraba que tenía partidas telepáticas con Lásker y Dios, Carlos Torre se desnudaba en público. Desde luego hay muchas probabilidades de que algunas de estas historias estén algo exageradas, y sin embargo todas estas historias son más o menos encantadoras.
La historia de la locura de Krámnik, sin embargo, no es encantadora. Es preocupante no tanto por la salud mental del maestro ruso, sino por la salud deportiva del juego que le ofreció desde siempre poder y fama.
Si sigue usted las noticias sobre el mundo del ajedrez, quizá ya conozca el contexto, pero lo voy a poner aquí por la mera obligación adicional de completar esta entrada de opinión. Vladimir Krámnik es un Gran Maestro ruso de ajedrez, ganó y defendió el título de Campeón del Mundo durante los años 2000-07 al derrotar a Garry Kásparov (Azerbaiyán, 1963), uno de los jugadores más sobresalientes y reconocidos de este deporte convirtiéndose así, a la fecha, en el último Campeón del Mundo de la dominante escuela soviética que ha producido jóvenes estrellas del ajedrez como Brasil ha producido jóvenes estrellas del futbol.
Jóvenes estrellas como Danya Naroditsky (EUA, 1995), un talentoso prodigio de padre ucraniano y madre azerbajana que creció alimentado por la influencia y poderío de la escuela soviética. De modo que Naroditsky ha seguido y ha admirado la carrera de Krámnik desde su primer enroque, junto a eminencias como Mijail Tal, Botvinnik, Karpov o Kásparov que sumados a Krámnik lo han nutrido de ajedrez toda su vida, de acuerdo a sus propias declaraciones en redes sociales, cuando se le pregunta acerca del 14° campeón mundial a quien ha reconocido como un referente inspirador, tutor y padrino.
Naroditsky con Krámnik tras ganar el ICC Blitz Invitational, 2008.
Se imaginará usted entonces el dolor que el ahora Gran Maestro Danya Naroditsky de 28 años está sufriendo por parte de su héroe a finales del 2024. Y es que desde hace poco menos de un año Krámnik dio inicio a una inquisición contra jugadores que hacen trampa en el ajedrez en línea, recopilando lo que él cree son pruebas irrefutables y usando su influencia en redes para llegar a todos los oídos posibles.
Desde luego, esta iniciativa es loable y necesaria: parafraseando al mismísimo Naroditsky: hacer trampas en ajedrez es inaceptable y punto. Pero lo que Krámnik hace no es una defensa del deporte, o alzar una mano justiciera, sino que ha arrancado una insensata cacería de brujas a todo aquel que use la mano izquierda. En el mundo del ajedrez, como se ha visto, Vladimir Krámnik no es ningún donnadie segundón, es un personaje representativo de la Historia del Ajedrez y su nombre viene cargado de elogios y fama internacional, por lo que ciertamente sus acusaciones son sonoras. El tema preocupante es que Krámnik está arrojando estas acusaciones sobre cualquier jugador que lo impresione en el tablero, como lo han conseguido hacer el GM José Martínez Alcántara (Perú, 1999), IM Faustino Oro, (Argentina, 2013), GM Hikaru Nakamura (Japón, 1987), GM David Navara (Chequia, 1985), GM Mijail Antipov (Rusia, 1997), y por supuesto el GM Danya Naroditsky. Todos ellos han logrado alzar las cejas del ex-campeón mundial de 49 años, aunque éste se niega a aceptar que haya sido por su habilidad y talento.
Si Vladimir Krámnik fuera sólo otro usuario más de chess.com quejándose de haber perdido una partida, lo tacharíamos de viejito renegón refunfuñando porque un niño de 10 años le ha ganado y ahí terminaría el asunto. Pero estamos hablando del legendario Krámnik, y tenemos que escucharlo por la institución y la historia que su voz representa. El hombre se ha dado a la tarea de reunir lo que él piensa son evidencias irrefutables: datos estadísticos, imágenes interpretativas y resultados positivos de jóvenes jugadores que han mostrado un éxito ascendente en sus carreras. Varias veces se le ha explicado al Maestro con numerólogos, matemáticos y estadistas que esos datos son totalmente normales, no reflejan ninguna inconsistencia y sus patrones no son motivo de alarma, pero el señorito don campeón del mundo perdió una partida que no creía posible de perder y alguien se lo tiene que enmendar.
Eso es lo que más hace mella en este drama. Krámnik tiene mucho poder y lo está usando para destruir al ajedrez y a sus jugadores más brillantes. De nuevo, nada de malo hay en proseguir a los tramposos en un deporte que implica honor y orgullo como ningún otro, pero no podemos abusar de ese poder para encarcelar a toda persona que haga un movimiento que el señor Krámnik no entiende.
Pareciera que no, pero con los años el ajedrez evoluciona. O mejor dicho, evoluciona su manera de estudiarlo y, por extensión, su manera de jugarse. Kásparov se ha cansado de subrayar la utilidad de la computadora como una herramienta de entrenamiento. Atrás quedaron las horas perdidas de reacomodar el tablero, desaparecieron las maletas cargadas de libros y el séquito de analistas que acompañaban la preparación de los torneos. Hoy tenemos al más grande genio del ajedrez en el bolsillo con acceso a las 19 millones de partidas que se han jugado desde finales del Siglo XIX. Naroditksy, Nakamura, Oro, Antipov y todos los que le suceden a Krámnik pueden gozar de esta forma de estudio, que en última instancia se refleja en jugadas increíbles sobre el tablero y que Krámnik nunca vio impresas en su manual del '84.
Danya Naroditsky estudiando ajedrez con Garry Kásparov, 2007.
De modo que Krámnik se ha convertido ahora ese anciano que le grita a una nube, que no entiende que el ajedrez ha mutado, se juega y se intuye diferente. Estamos de acuerdo que todo tramposo debe ser suspendido y castigado, pero tampoco podemos acusar a diestra y siniestra a cada jugador que haga una jugada increíble. ¿No son precisamente esas jugadas increíbles las que nos acercan al ajedrez? ¿Por qué ganarse una tarjeta amarilla al anotar un gol de antología? ¿Por qué no aceptar que toda una generación te ha superado y que eso, últimadamente, es saludable para el deporte que tanto dices amar?
Danya ha tenido que responder públicamente a estas acusaciones, no porque necesite defenderse de este sinsentido, sino porque le parece inaceptable, ofensivo y ridículo que Krámnik, un hombre que indirectamente lo motivó a jugar ajedrez en primer lugar, lo tenga ahora salpicado de calumnias con su paranoia y su desestima. En sus videos, Danya se detiene a explicar por qué en algunos casos, mientras juega partidas en directo frente a docenas de cientos de personas que lo pueden ver, mira de reflejo hacia otra parte de su habitación en lugar de ver la pantalla que tiene al frente. Así es, Krámnik basa sus acusaciones en la orientación de los ojos de Danya durante las 4-5 horas que hace directos. Naroditsky ha tenido que instalar 4 (cuatro) cámaras en su habitación para tener a su ídolo contento y callado, para que no se hagan enemigos, para poder saludarlo si se topan más adelante. Tanto así aprecia Danya a Krámnik quien parece haberle perdido el respeto y el cariño al ajedrez del todo con esta cacería sin sustento ni cara.
Afortunadamente la locura de Krámnik es atendida por unos pocos que como él, creen que el magnetismo es cosa del diablo, y que nadie podría ganarle a quien fuera el mejor del mundo hace 20 años. Aplaudo la honestidad de los ajedrecistas y los métodos para prevenir injusticias, pero lo que me parece inaceptable es mutilar al talento del nuevo siglo porque hacen un juego sorprendente. Bienvenidas las jugadas sorprendentes.
Vladimir Krámnik vs Danya Naroditsky. Qatar Masters Open, 2015.