Más Allá de los Títulos Femeninos.
Jessica Zenteno

Más Allá de los Títulos Femeninos.

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En el tablero podemos ver una imagen de la sociedad misma: casillas blancas y negras, reglas que no cambian y una jerarquía impuesta. Desde este punto, las mujeres fueron ubicadas en un rincón especial, separadas, observadas y valuadas con diferentes estándares. Cuestionaron su destreza con la fuerte necesidad de que su lugar esté marcado antes de empezar, como si su valía no pudiese medirse con los mismos criterios que el de los hombres.

Se argumenta que los títulos femeninos existen para aumentar su participación, para abrir un camino en un mundo que por costumbre, les fue hostil. Y para ello, la FIDE ha creado títulos como el de Gran Maestra Femenina (WGM) y Maestra Internacional Femenina (WIM) y que para alcanzarlos necesitarían un puntaje inferior al requerido por su contraparte masculino.

Pero el esfuerzo y el talento no conocen de categorías, y no pueden someter a sus mentes a barreras impuestas por miedos o costumbres. Se les dio un lugar, al precio de aceptar un éxito que siempre tendrá una marca, una etiqueta que les recuerde que han luchado, pero con un respaldo. ¿Qué sería la competencia si en medio de ella, favorecemos a un grupo por sobre a otro? Mientras existan estas diferencias, seguirá activa la idea de que el talento de la mujer necesita un apoyo diferente para ser reconocido. Cuando solo se necesita la oportunidad de medirse sin límites ni nombres.

No hay honor en un reconocimiento que es dado bajo condiciones especiales. La verdadera competencia no necesita muletas, solo quienes se enfrentan plenamente en el campo de batalla sin condiciones, pueden ser llamados victoriosos. Un título segregado no la eleva, sólo revela el peso de sus cadenas. Les dice a ellas que no pueden, que necesitan protección, que su éxito ha de ser medido con un estándar más bajo. 

Si la mujer aspira a la excelencia, debe hacerlo sin aceptar limosnas. Si la excelencia y el mérito es la meta, la solución no puede basarse en el consuelo de títulos segregados, sino en el reconocimiento de que el talento no tiene género, de que el tablero, en su fría lógica geométrica, nunca hizo distinciones hasta que nosotros decidimos imponérselas.

Jessica Zenteno